Este mes, como cada enero, tenemos las mejores obras de la temporada anterior. Hablando en la oficina de lo que es Microteatro y de lo que aporta se nos ocurrió preguntarle a los actores de este mes en qué otra situación se meterían en una habitación con 15 personas y dos actores… entre otras preguntas más habituales de El Sofá de Micro. Aquí os dejamos la última creación para nuestro blog.
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El Sofá de Micro. Diciembre
Como ya sabéis Diciembre es el mes de los micromusicales en #Microteatro. Por eso, El Sofá de Micro de este mes se ha llenado de cancioncillas por todos lados… Ellos son así. No lo pueden evitar. Actores de musical 🙂
Entrebambalinas Musicales 2015
Ya llevamos una semana de programación de micromusicales con una flamante acogida de público. Aún así sabemos que os encanta ver lo que pasa antes y después de la magia del teatro, así que cuando estábamos preparando la sesión de tarde grabamos este video con los actores presentando sus piezas. Ahí va la pildorita 😉
El Sofá de Micro. Noviembre
¡¡Inauguramos sección!! El Sofá de Microteatro es un nuevo apartado de nuestro blog en el que conocerás un poco mejor a los actores que pasan por nuestra sala. Preguntas que por una vez les harán dudar, reír o llorar… ( a ellos) 🙂 Aquí llega la primera entrega, sácate las pipas y a disfrutar 😉
De cartas, orgasmos, cupcakes y Kylie Minogue
Echo de menos abrir el buzón de mi casa y encontrarme cartas en el. El buzón de casa, sí… No, el buzón de voz no, el de casa… De correo… Correo electrónico no, postal hombre, postal. Pero vamos a ver, ¿tú sabes lo que es una carta?
Recuerdo que las que más ilusión me hacían eran las que recibía de una tía que vive en Francia, y que venían en sobres grisáceos con los bordes dibujados en azul y rojo…
Me he planteado que quizás podría hacer una solicitud en el muro de la red social, poniendo algo así como: “¡escribidme una carta!” Pero claro, luego he pensado que me pedirían una dirección, y ¿cómo pones tu dirección de casa en una red social? ¿Como le vas a dar tu dirección a nadie…¿no?
Recibir una carta por correo postal es de esas cosas que cuestan poco, solo necesitan un pelín de tu tiempo, y encontrar un buzón de correos, eso sí, porque no sé si será porque ya no los uso, pero ahora lo pienso y no tengo localizado ninguno en todo el barrio.
El baúl de las palabras
22:45…Estoy en el AVE Barcelona-Madrid…mientras, pienso que puedo publicar.
¡Vamos Andrea! ¡PIENSA!
No suelo dejar estas cosas para el último día, pero esta vez me ha pillado el tren…
Intento concentrarme y no escuchar las conversaciones de las señoras de atrás…
¡Vamos Andrea!
Concéntrate y escribe algo productivo.
23.30…Sigo en el AVE…Sin ningún texto…nada que publicar. He escrito sobre el IVA, sobre castings, sobre la llamada, sobre teatro, sobre cine, sobre… no he escrito nada interesante…Debo admitir que no es fácil llegar al tema en cuestión. Pues no es mi objetivo divagar durante todo el viaje y escribir cosas absurdas que acaben por aburrir a los lectores. Eso podría cabrearlos…
23.45…Parece que me pongo a trabajar…Pongo música y la voz estridente de las mujeres de atrás se va perdiendo poco a poco…
Llevo tantas páginas escritas…ensayos, críticas, relatos, monólogos…Que a mí parecer no dicen nada…pues no quiero publicarlo ni releerlo…por ahora. Pero tampoco voy a borrarlo, lo guardaré en el famoso “baúl de las palabras”.
Descubrí hace ya unos meses el baúl de las palabras de alguien muy especial. Mi hermano. Pues escribe a mi parecer como lo hacen muchos escritores (o lo han hecho) y que en algún momento de su vida han podido vivir de sus historias.
Fue el pasado diciembre… Mi hermano vive en Paris, pues allí han residido siempre los mejores escritores. Paris inspira… Se había ido a trabajar y yo no salí esa mañana. Hacía frío… encendí el ordenador para escuchar música. Vaya…la contraseña…pruebo y acierto…Pongo a Chopin… Me preparo un té… Abro el word, pues me dispongo a escribir algo…quizás un relato del viaje… Pero de pronto, veo una carpeta en el escritorio titulada “Hum…”.
Sí…La abrí…Sé perfectamente que eso no se debe hacer…Pero claro, ese título despertó (que poco cuesta) mi curiosidad. Era realmente espectacular. Era un baúl de palabras… quizás de palabras olvidadas o quizás perdidas… Quizás yo estaba siendo la primera persona en leer esas historias que hasta ese momento no habían tenido vida… Pues las palabras nacen del que escribe y viven del que las lee… Ese 22 de diciembre yo les di vida.
Esperé a que mi hermano llegase de trabajar…quizás se enfadaría… por lo tanto debía tener una excusa o planear algo divertido… ¡Lo sé! Si se enfadaba le invitaría a cenar Sushi… Llegó la hora entró por la puerta y le puse la mejor de mis sonrisas.
POR AMOR AL ARTE… (en un derroche de originalidad)
Sí, poco original el título, ¿no? Bueno, es que no me dedico a escribir, solo me han dado espacio para reflexionar y publicar cosillas en las que pienso, que lo mismo, oye, incluso pueden interesar, o alguien puede empatizar, quien sabe. Ojalá.
El caso es que últimamente me pregunto en qué tipo de país vivimos. Me lo pregunto cada día.
Veo a mucha gente triste por tener que emigrar para poder trabajar y poder vivir.
A medida que pasa el tiempo, no me siento triste, la idea de irme de mi país, cada día me parece menos triste y hasta menos improbable. No es que lo tenga en mente, la verdad, pero es un tema que en principio no me agobia. Al menos a día de hoy.
Y llegado el punto de tener que cambiar mi nacionalidad, creo que no me importaría. Primero porque me trae un poco al fresco esto de que en un documento diga de donde soy. Segundo, porque sinceramente, el patriotismo en nada me beneficia. Al menos no tal y como se entiende hoy en día.
Cada día sale una noticia nueva informando sobre algún escándalo político, económico, etc. Coño, qué cansancio, es ya una costumbre, desgraciadamente, pero qué cansancio.
No consigo entender un mundo en el que se menosprecia el arte, del tipo que sea. Yo no voy por ahí menospreciando a los economistas. No les dirijo frases del tipo: “anda que no te gusta a ti estar todo el día dándole a los botoncitos de la calculadora, ¿eh? Y venga a contar billetitos, ¿no?”
O al médico: “…qué, ya estamos otra vez con el bisturí en la mano, ¿no? Anda que no te gusta a ti ni nada vestirte con bata verde y cortar carne…” Como que no queda muy decoroso, ¿no?
No os han dicho nunca algo así como: “anda, que no os gusta a los actores eso de estar de cachondeíto todos los días, ¿eh?” Y no vamos a detallar aquí el tipo de trabajo que hacemos, extenso en horas y ,en la mayoría de casos, corto en beneficios económicos, eso sí, muy recompensado en el alma.
Y aquí viene otro tema de conflicto. Esto de que como nos gusta lo que hacemos, pues lo vamos a hacer por amor al arte.
Quiero ir al teatro
El acto comunicativo del teatro no es sencillo. Es sutil y ha de ser amable. A parte de la obra en sí hay otros factores y detalles que no deberían pasar desapercibidos. NUNCA. Y a veces, el espíritu de autocrítica nos puede salvar de la hecatombe. Además del inviable 21% y otros factores externos, quizá merezca la pena mirarnos un poquito el ombligo. Y sacar las pelusillas… que lo embrutecen todo.
Un día cualquiera entre semana me levanto con ganas de ir al teatro. Mientras desayuno con una amiga organizamos el evento. Las expectativas no son pocas. Adoro el teatro, la atmósfera que allí se crea, la intimidad con los actores, la sutilidad de los focos y la perseverancia y cariño de las músicas y efectos de sonido. Para mí, es una experiencia mágica.
QUIERO IR AL TEATRO
(Quiero ir al teatro. Una amiga me dice que cerca de casa hay una obra que le gustaría ver)
La pregunta
Hay preguntas que nunca deberían hacerse… Incluso existen preguntas que uno no debería plantearse ni a sí mismo. Nunca…
Pero cierto es, que a veces no puedes evitar ser preguntad@.
Creo recordar que fue una noche… Sí, después de una cena… Había más desconocidos que conocido… música en directo… No habían empezado a tocar, cuando se acercó el individuo, desconocido para mí, que acariciándome la espalda (Que manía tiene la gente de tocar) me hizo la pregunta que nunca nadie me había hecho antes…
- ¿Y tú, Andrea por qué quieres ser actriz?
No van a creerlo, no contesté…
Me levanté y le dije:
- Disculpa, voy a fumar.
Los que me conocen sabrán que soy antitabaco… Me fui sin despedirme…Incluso sin pagar…
Entré en mi coche… arranqué tan rápido como pude…Sentía que alguien me perseguía… Y cuando quise darme cuenta… Entendí que era esa estúpida pregunta la que la que me provocaba un comportamiento algo anormal…
Ese día no respondí, quizás no fui valiente o quizás aún no sabía cómo expresar tal decisión.
Mamá quiero ser artista
– Muy bien hija… ¿Te vas a comer todo lo del plato, verdad?
Esta conversación o una muy similar tuve hace algunos años, siendo niña, apenas alcanzaría unos cuatro años, con mi madre. La madre que me parió. Ella, por supuesto, preocupada porque la pequeña de la casa ingiriera todos los nutrientes necesarios, no fuera a ser que le diera un mal…
Pero no hizo el mayor énfasis a mi afirmación… Y no fue por que no le diera importancia, sino por que, al contrario que en muchos hogares de compañeros de profesión, en el mío ser artista era algo de lo más natural. Mi padre era cantante, mis primos músicos, bailarines, concertistas…
“Que la niña quiere ser artista… Ya, ya, pues a trabajar duro”.
A los cuatro años mis padres, viéndome bailar en mitad del salón mientras en la televisión programaban un late night que se diría ahora, antes el programa del sábado noche, me preguntaron:
– Estrelliña (es que somos gallegos, y allí todo diminutivo añade amor, ejem), ¿quieres ir a una escuela a aprender a bailar?
– ¿Para qué? Si yo ya sé…
Si, esa era yo con cuatro años, cuanta seguridad Virgen Santa, donde habrá quedado…